Más allá de la muerte: Céspedes piedra angular de la historia de Cuba

Más allá de la muerte: Céspedes piedra angular de la historia de Cuba

Palma Soriano.- El 27 de febrero de 1874 cayó en San Lorenzo, en plena Sierra Maestra, el “Presidente viejo” como solían decirle los “montunos” o campesinos orientales al hoy Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes. 

La deposición de él como presidente de la República en Armas fue la antesala de su muerte, sostienen respetados historiadores cubanos y medió cuatro meses entre una y otra situación. Son muchas las incógnitas sobre su muerte. No habían pasado dos días de su relevo y el expresidente fue despojado de sus ayudantes, escolta, a pretexto de que él hacía falta en filas para operaciones que proyectaba el nuevo gobierno de la época.

Padeció mucho Céspedes pero hombres de su tiempo con virtudes, defectos y antagonismos a la causa libertaria no lograron quebrar la dignidad del también Iniciador de la lucha por la independencia de Cuba.

A la espera de moverse libremente, mientras el gobierno se dirigía a Camagüey, Céspedes aguardaba por el autorizo de su pasaporte (que luego le fue negado) para marchar al extranjero y desde ahí servir mejor a Cuba. Por lo que decide trasladarse a San Lorenzo, en las estribaciones de la Sierra Maestra.

En el exterior, su ausente esposa Anita y amigos daban los pasos necesarios para su salida de la isla. Uno de los más activos, cuenta la historia, fue Carlos del Castillo dispuesto a gastar lo que fuera preciso para salvar al Padre de la Patria. Pero la realidad fue otra. Solo, indefenso en San Lorenzo estuvo Céspedes y a merced del primer delator que guiara al Ejército Español hasta su retiro ahí. Vivió Céspedes la traición, la decepción de cuánto batalló por la independencia y unidad de los cubanos. 

En San Lorenzo su vida fue sencilla, su mayor entretenimiento: jugar al ajedrez en el que era un verdadero maestro. Durante el contacto con los campesinos y soldados no perdió sus modales de caballero, gustaba del trato humano. Gustaba hacer visitas a unas vecinas, las hermanas Beatón y con ellas tomaba café. Allí pasó largos ratos enseñando a leer y escribir a dos niños de la zona a los que les construyó una cartilla de madera, y para la escritura se valió de gruesas hojas de un cupey que por la zona crecía. Les enseñó también a recitar versos. Visitaba además y diariamente el Padre de la Patria la casa de otras vecinas: Francisca Rodríguez y su hija Panchita en cuya compañía trataba de olvidar la ausencia de sus seres queridos, de sus hijos que no llegó a conocer y de su esposa Anita a la que escribía largas cartas.

Son muchas las versiones que dan aproximación a la muerte de Céspedes. Muerte humillante que le dieron los soldados españoles a él. Desgarradora muerte a un hombre virtuoso ya indefenso, enfermo, casi ciego y con dificultades para defenderse entonces con su revólver por la abrupta serranía de San Lorenzo.

Historiadores cubanos, de prestigio, como Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo sostienen del Padre de la Patria que “no hay pruebas que permitan afirmar que el refugio de Céspedes fuera denunciado pero no por ello dejan de ser culpables sus adversarios políticos, culpables de su muerte, de hacerle sufrir por la deposición, culpables por negarle el permiso de salida al extranjero, dejarlo solo, sin protección porque era fácil presa para el enemigo, culpables por humillarlo pese a todos los esfuerzos del bayamés por la libertad y unidad de los cubanos. Céspedes el que sigue siendo para todo los cubanos, el Iniciador, el Padre dela Patria”.

Y es que en el aniversario 150 de su caída en desigual combate este 27 de febrero, en San Lorenzo, Bayamo, Céspedes también autor de un soneto titulado Al Cauto, pieza literaria que, en su destierro, creara en Palma Soriano en 1852, es símbolo multicultural y piedra angular de la historia de Cuba.